lunes, 11 de mayo de 2009

Por vez primera miró el mar.
Destrozó sutilmente con pasos
de vejez a aquella arena húmeda;
recordó no haber sido jamás
besado por aquel ir y venir
de olas...
Algún insomnio lo había hecho
pensar en lo que significaba
consumirse y fundirse en aquel
estallido de ardor líquido...
Su muerte sentida lejos del mar,
quería hacerse real con el rompimiento
de las olas contra el cuerpo.
Su ropa lanzada sobre la infinidad,
su cuerpo desnudo caminando sobre
sus últimos pasos, su mente perdida
en una cierta eternidad parecida a la
muerte, su piel sientiendo de a poco
la atracción de aquellas manos de sal;
todo aclamaba la consumación de aquella
pasión nacida fugazmente por la mirada
de un viejo que vuelve a nacer.

jueves, 7 de mayo de 2009

Un trozo de poema

En este momento en que solamente
soy aquellas palabras, la trascendencia
se apodera de aquel lenguaje, y la realidad
tiembla de tanta cobardía.
La felicidad es un olvido del tiempo,
pero para nosotros el tiempo es parte
de lo que somos, o de donde estamos;
siempre nos encontraremos en el recuerdo
o en el temor del devenir...
El ser del momento se niega a mostrarse
sin lágrimas, o sin velo...

jueves, 23 de abril de 2009

Pequeño ser que denota locura.
La vuelta del espíritu a su estado natural,
su viaje por lo interno, externo y divino...
La razón se transforma en necesidad de los
momentos.
Mi cuerpo como una simple eternidad;
Mi cuerpo como la prolongación de mi alma.
Soy una más entre tantos, pero no estoy de más
en el mundo.
Lo que retorna a mi son pequeños azules invertidos
de la historia.
Ahora que todo mi ser alumbra con palabras
a las cosas, puedo afirmar sin perderme
que aquel viaje se hace necesario entre
los hechos de la vida y los hechos de la carne...
hasta el alma tiene su oportunidad en este viaje,
ya que en ella culminan todos los momentos,
en ella el círculo cierra su conciencia y retorna
a su origen.

viernes, 3 de abril de 2009

Hecha de tiempo y de las pequeñas
cosas que se encuentran entre medio.
Unas manos sucias por el deseo de
hacer barro; vuelta a lo natural.
La infancia se apodera del alma,
y las cosas que están hechas de tiempo,
vuelven a ser de imperceptibles segundos.
El suelo se vuelve de juegos; casas bajo
tierra se inventan en el olvido de la tarde.
Las carreras se demoran de pieza en pieza.
La música como gritos de niños que caen
rodando por patios infinitos, donde toda clase
de seres salvajes, monstruos increíbles pueden aparecer
entre las sombras de una primavera que se ha vuelto
añoranza.
Y de pronto ser años. Ser una mezcla de todas las cosas
del mundo, caer como si nada sobre el suelo, por aquella
pesadez que viene de la tierra usada tantas veces.
Y el tiempo se mete por las venas hasta hacerlas creer
en su presencia finita...

lunes, 30 de marzo de 2009


Nadie en la labios, nadie en el pensamiento.

Las cosas y la superficie; el mar aguardando

la poesía de los dedos...

Ayer descubrí que los manos miran hacia los

cuerpos que transpiran tierra y a la vez

tocan lo sublime.


Son las bocas extasiadas por paraísos de

papel y aire las que nos poseen control de si,

y a pesar de amar se sienten tentados por

el beso que no adoran.


Y así pasa el tiempo, queriendo lo imposible.

Como si la ceguera tuviese que ver con los ojos.

La ceguera es de tiempo y espacio,

la rabia de ser lo que dice la muerte

te impide ver los ojos de la verdad.

jueves, 26 de marzo de 2009



Beso la sombra de las cosas,

porque nada me parece más bello

que el vacío eterno de una

sombra.


Las sombras se encuentran,

se tocan con ansias,

vuelven la mirada hacia

el cuerpo que las proyecta,

para desprenderse en una fugaz

lágrima de quienes les dieron

la vida...

martes, 24 de marzo de 2009

Con olor a sepia


Entre cosas recorridas hace tiempo
he vuelto mi cabeza para que las
palabras se encarguen del recuerdo.

En esta noche porteña enciendo
un cigarro medio dormido.
Entre tus sábanas de aprendiz de escritor
y aquel tocadiscos arcaico que compraste
un domingo en calle Uruguay, hago
círculos perfectos con la punta de
mi dedo.

Bésame para no morir de frío;
madrugada animal entre cuerpos
miserables.
El puerto duerme, y yo hablo de
camas pasadas, de inviernos
con vida, de faroles nublados.

El tiempo no esperaba en la ventana;
el amanecer se adelantaba,
y tu corrías desnudo para detener
la luz que entraba en el pequeño
espacio, hecho de ropa tirada,
de colchones en el suelo, de
dolores y gritos contra las
paredes pintadas de sudor.

No sé que hacer, no nos queda tiempo,
hemos vivido sólo del pasado, mientras
que el presente arrancaba, y nosotros
muertos por el ahora, revivimos sólo
en el recuerdo.